Su ego y sus inseguridades comenzaron a hacerse evidentes, y poco a poco, esa atención que una vez me hizo sentir especial se convirtió en una carga. Me encontré atrapada en un ciclo donde sentía que debía cumplir con sus expectativas, como si mi valor dependiera de su aprobación. Esa presión constante de no ser "suficiente" se volvió desgastante, y empecé a asumir culpas que no me pertenecían.
La conexión física entre ellos era intensa, pero también era el único nexo de unión que compartían. Él se dejaba llevar por su ansia animal y su deseo de control, mientras que ella percibía que, a través de esa intimidad, tenía algo de él dentro de sí misma, sintiendo su cariño de una manera que parecía única. Aunque su relación carecía de otros lazos emocionales profundos, el sexo se convertía en el hilo que los mantenía unidos, uniendo sus mundos de una forma que, aunque superficial, les daba una sensación de cercanía.
No podían dejarse el uno al otro, aunque no sabían exactamente por qué. En el fondo, ambos eran conscientes de que se querían, que se amaban de esa manera tan intensa. Ella admiraba su determinación, mientras que él se sentía cautivado por la mujer que ella era: su valentía, su amor, su cuidado, su belleza y su sexualidad. La hembra que tenía a su lado sabía que no podía perderla, pero, a pesar de ello, la estaba perdiendo en cada paso que daba, porque esa era su naturaleza: devorarla un poquito más, hasta hacerla desaparecer. Era una carga demasiado pesada para ella, pero aun así, lo quería con locura...
La metáfora del lobo resonaba en mi mente: me sentía devorada por su necesidad de control y su falta de confianza. En lugar de ser un espacio seguro, la relación se convirtió en un lugar donde mis propias inseguridades se amplificaban. Donde mi vida se estaba paralizando. El no me quería. El quería a la belleza de mujer que había conseguido sin haberse dando cuenta.
Él no te quería de verdad; estaba atrapado en la imagen de la belleza que había conquistado, sin entender la profundidad de lo que realmente eras. La valentía que llevabas dentro lo asustaba, y en lugar de valorarla, la odiaba, utilizando palabras y actos que herían. Es una dinámica complicada, donde ella lo quería con todo su ser, mientras que él solo podía ver lo superficial. Ella lo quería. Quería a su lobo.

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