Hacía quince años que no accedía a ti. Hoy he recordado a esa mujer que era hace quince años, aquella mujer que odiaba, acomplejada y con poco valor. Sin embargo, ¡qué engañada estaba! Era maravillosa, inteligente y llena de amor. Qué poco me quise cuando valía más que ahora. Hoy vengo a escribirle a la yo de hace quince años, a esa niña que maltraté tanto.
Correrías hacia mí como una niña de cinco años. Te tomaría en brazos y dejaría que lloraras en mi regazo. Te sentirías protegida ante todo y todos, los brazos en los que te sostendría serían el refugio contra tu frío. En ellos olvidarías todo, ningún problema te alcanzaría, y volverías a ser esa niña pequeña a la que su padre protegía de todo peligro. Pero esta vez sería yo quien te aliviaría de las penas y el dolor. Conmigo, volverías a jugar, alejada de todo. ¿Recuerdas cuando jugabas sola en tu cuarto? Qué feliz eras. Allí estarás mientras te tenga en mis brazos. Lloraríamos juntas, con fuerza, mientras te colmara de besos, diciéndote: "No dejes que nadie te haga sentir mal. Cuida de ti misma, porque nadie más lo hará. Ámate intensamente hasta que ella llegue."
Aquella de hace quince años no está, y cuánto me gustaría que volviera. Sigo recomponiéndome, no sé hacia dónde voy ni siquiera quién seré dentro de un año. Déjame contarte una cosa: han pasado tantas cosas en estos quince años que no me creerías. Siéntate, que te cuento y descubrirás lo fuerte que somos.


No hay comentarios:
Publicar un comentario