Cada mañana, ella regresaba a la sierra, y él siempre aparecía. Esa mañana, ella le mostró su refugio, el lugar de sus sueños truncados, aquellos sueños que le habían sido arrebatados. Las ilusiones y esperanzas se desvanecieron en abril. Nunca más había vuelto a subir, pero lo eligió a él para reencontrarse con su pasado. Al principio, temió que la juzgara por su locura, pero pronto se dio cuenta de que él era igual.
Le enseñó el lugar donde había puesto tantas ilusiones y planes para el futuro, ahora llenos de escombros de vidas pasadas, pero que aún visualizaba como su hogar. Él no dijo nada. Frente a la chimenea, la abrazó por la espalda y le susurró: "Será tuyo". La besó allí mismo, como si el lugar los hubiera atraído a ambos. El algarrobo parecía más fuerte que nunca, con más de 200 años, irradiando vitalidad como nunca antes. Sin embargo, ella sabía que ese no era realmente su lugar. Su verdadero sitio estaba más arriba en la sierra, junto a él.
El algarrobo parecía tener un mensaje para ella, alzándose majestuoso y observándolos desde su imponente posición. Para la moza, aquel algarrobo no era simplemente un árbol; era su algarrobo, un ser espiritual profundamente arraigado a la tierra y al mundo natural. Representaba la resiliencia, la sabiduría y la abundancia, y en su presencia, encontraba un consuelo indescriptible, como si las raíces del árbol estuvieran conectadas con su propia alma, ofreciendo fuerza y esperanza en los momentos más oscuros.
El sastre lo sabía. Conocía muchas cosas sobre ella, y podía ver sus pensamientos más oscuros con una claridad inquietante. Su alma era para él un libro abierto, y esa facilidad con la que la atravesaba la hacía sentirse vulnerable. Después de todo lo que había sufrido, esa vulnerabilidad era lo último que deseaba. Había prometido a su guarda que no lloraría por nadie, que no perdería más abrazos. Esa promesa la fortalecía. Cada vez que la vulnerabilidad la acosaba, pensaba en el guarda de la sierra, en su presencia reconfortante y en el refugio que él representaba.
Se acercaron a una parte de la sierra que en tiempos pasados había pertenecido a su familia paterna. Con una mezcla de nostalgia y curiosidad, se sentaron a observar el paisaje, dejando que los recuerdos se mezclaran con el presente. Era un momento cargado de significado, donde el pasado y el futuro se encontraban en un silencio compartido.
Sus labios se encontraron. El sastre la abrazó con fuerza, como si quisiera protegerla de todos los males del mundo, y en ese momento, ambos supieron que sus destinos estaban entrelazados. La tomó con suavidad y la apoyó sobre las atochas, sin dejar de besarla. Ella se dejó llevar, sintiendo cómo el frío de la mañana se desvanecía mientras el calor invadía sus cuerpos. Sus manos recorrieron cada parte de su piel, queriendo memorizar cada centímetro suyo. Pero la hora de la vuelta se plantó ante ellos, y todo terminó.
El sastre se marcharía cruzando el océano. Ella estaba atrapada. Tarde o temprano, tendría que tomar una decisión. En lo alto del cerro supo lo que le pasaba. Abril se acercaba.
"quiereme que soy minero
minero en los Coscojares
y estoy ganando dinero
con el hierro y mis cantares"


Se podría saber un poco más de la vida de Apolonia y el sastre???
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